Manejo del duelo Infantil por la pérdida del abuelo dentro de la práctica psicoterapéutica. Caso Miguel

Fecha
2021
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Editor
Universidad Iberoamericana León
Resumen
El presente trabajo muestra un estudio de caso en manejo de duelo infantil por la pérdida del abuelo paterno dentro de la práctica psicoterapéutica. Se decide que a partir del material que va surgiendo dentro de las sesiones, éste se puede configurar como un estudio de caso, en tanto van a apareciendo variables significativas que otorgan una identidad precisa al caso que se aborda pero que además permite replantear, cuestionar y resignificar aspectos esenciales de la clínica. El ser humano es extremadamente social, viene al mundo predispuesto a formar vínculos, a amar, a comprometerse, a disfrutar con éstos y a arriesgarse al sufrimiento de perderlos. Sus relaciones son al mismo tiempo su gran fuerza y su gran debilidad. La felicidad y el bienestar producidos por el amor son equivalentes al dolor y el sufrimiento producidos por su falta. “La pérdida es una de las experiencias más dolorosas que un ser humano puede sufrir. Y no sólo es dolorosa de experimentar pero también es doloroso ser testigo de ésta, especialmente porque nos sentimos impotentes para ayudar. Al deudo nada excepto el retorno de la persona perdida puede traerle verdadero consuelo, por ende lo que le proveemos es sentido como un insulto” (Bowlby, 1980) El dolor por la pérdida de un ser querido se vive a cualquier edad, incluyendo la infancia. Una realidad es que la mayoría de los adultos no saben cómo actuar para ayudar a sus hijos y a veces equivocadamente, suelen evitar mostrar sus sentimientos e intentar proteger al niño contra el dolor informándole poco o nada sobre lo sucedido (Grinberg,1962). La importancia del duelo en la infancia, se debe a que los niños/as en duelo no reaccionan como los adultos, tienden a expresar su tristeza más con el cuerpo y el comportamiento que con las palabras. Las respuestas del niño/a dependen del modo en que la familia y la sociedad le presentan la muerte, de la edad y el desarrollo afectivo y de la experiencia personal que pueda tener de la misma. Los niños pequeños no temen la muerte. A medida que crecen, sienten naturalmente el temor a la separación, pues para ellos es esencial que no los abandonen y que alguien los cuide con cariño. Los niños son conscientes de su dependencia, y los que han vivido situaciones traumáticas tienen miedo. Necesitarán superarlo y aprender a liberarse del pánico, el dolor, la ansiedad y la rabia del abandono. (Kübler-Ross, 1992) En el proceso de duelo, los niños pueden sentirse confusos, rechazados o abandonados en un momento en que más necesitan consuelo, comprensión y seguridad. (Díaz, 2016) Aun así el sentimiento de separación y soledad que les produce la pérdida, les hace mantener un sentimiento doloroso de abandono. Durante cierto tiempo, el mínimo pensamiento de que la muerte sea algo real provocará su rechazo hasta sacarlo fuera de su realidad. El duelo de los niños/as será proporcional a la intensidad de la relación que tuviera con el fallecido. En la actualidad los abuelos son un soporte invaluable, su rol es el de acompañar a los padres con la crianza de los niños, apoyando las decisiones de los padres, o prestando su experiencia cuando un consejo es solicitado. El abuelo es el transmisor del legado, el líder emocional o social del grupo, o núcleo familiar. Su pérdida, si bien posee repercusiones sociales y económicas, también conlleva importantes cambios emocionales. La presente investigación surge del interés de conjuntar la teoría y la práctica clínica teniendo como objetivo general, describir el duelo desde un marco referencial psicoanalítico y detectar dicho fenómeno en la práctica clínica, trabajando con el modelo de terapia de juego. El caso clínico que se da a conocer, es el de un niño de 6 años, el cual es el hijo mayor de una familia conformada por la madre, el padre y su hermano menor de 4 años. El caso consta de 40 sesiones, hasta Mayo 2018, y es supervisado por el cuerpo docente de la maestría, principalmente desde el marco teórico psicoanalítico, pero promoviendo la interdisciplinariedad, se complementa también, a partir de otros enfoques como el humanismo y la terapia familiar. De manera breve, se da a conocer la estructura del estudio de caso para facilitar sulectura: En el capítulo I se presenta de manera general al paciente, se exponen datos para describir al sujeto, su contexto, educación y la problemática por la cual se busca atención psicológica. En el capítulo II se presenta la ruta del tratamiento, las diferentes técnicas que se utilizaron a lo largo del proceso y dónde fue necesaria intervenciones de otras disciplinas tales como la atención neurológica. El capítulo III refiere la parte teórica, compuesta por diferentes apartados donde se explican conceptos para ayudar a la comprensión de las intervenciones del caso realizado, así como viñetas de estos postulados teóricos. Algunos conceptos son: infancia, identificación de emociones, terapia de juego, pensamiento mágico, vínculo, duelo complejo persistente, apego. En el capítulo IV se refiere principalmente a la postura ética como psicoterapeutas y el uso de ella en el proceso. También se encuentra la implicación personal de la autora como terapeuta donde se da a conocer la contratransferencia con respecto al paciente. Y finalmente se presentan las conclusiones derivadas de los aprendizajes obtenidos a partir del caso Miguel.
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